19.9.08

Microcuentos #4

MICROSCOPÍA
Creímos que eso que colgaba de la pared era algo así como un colmillo de hipopótamo pero nuestro minúsculo anfitrión explicó que no, que era nada menos que su primer diente de leche. Parecía increíble, pero evidentemente nuestro anfitrión debió de haber sido un gigante y estaba encogiéndose, año tras año. Ahora, cincuentón, tenía el tamaño de un gorgojo. Conservaba, sin embargo, su gallarda figura humana. Nos acompañó hasta la calle recién llovida y antes de despedirnos lo vimos nadar vigorosamente en el aguazal. Nos gritó, mientras braceaba, que la próxima vez que volviéramos a visitarlo trajéramos el microscopio.

Enrique Anderson Imbert, Cuentos en miniatura.

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